–Desde muy pequeña, mi vida estaba llena de sufrimiento. La violencia doméstica era parte de mi familia. Fui creciendo viendo golpes, pleitos y tristeza. Con tan sólo 8 años de edad, caí en una profunda depresión. A consecuencia de la depresión, comencé a tener pesadillas, soledad y ganas de salirme de la casa huyendo de todo los problemas. Mi mamá no nos prestaba atención y esto empeoraba la situación.
–Al ver que las cosas no cambiaban, pensé en el suicidio. Pensaba que matándome, los problemas vendrían a su fin. No solamente era atacada con estos pensamientos, sino que también se me subía el muerto (sentía la presencia de un ser que tomaba control de mi y me comenzaba a asfixiar). También veía sombras. Yo le comenté a mi mamá sobre esto, pero ella me dijo que era normal verlas y que me pusiera contenta porque esas sombras, significaban que eran ángeles protegiéndome.
–Durante la adolescencia, mi padre comentaba que veía un duende que hablaba con él frecuentemente. Él decía que aquel duende le pedía la vida de una de sus hijas y que, por preferencia él quería la mía, por ser la mayor. Esto me llegó a causar un miedo incontrolable y pánico. Mi estado de ánimo iba de mal a peor. Las cosas paranormales que viví durante mi infancia y adolescencia, eran experiencias poco creíbles, pero fueron realidad.
–Como adulta, las cosas fueron empeorando. Parecía como si la felicidad no fuera hecha para mi. En la desesperación, acudí a los brujos en búsqueda de una solución. Teniendo una tía que era espiritista, pensaba que la brujería podría ayudarme huir de estos problemas espirituales y de la depresión, pero los esfuerzos fueron en vano. Los problemas me tornaron en una mujer nerviosa que se desquitaba con sus hijos. Todo los aspectos de mi vida era un caos. Fue entonces que por varios años, los deseos de suicidio me asediaban, pensando que la muerte sería la solución.
–En medio de esta situación, contacte al Gran Chaman Hermes. Desesperada ante los problemas, me di la oportunidad de buscar la felicidad y ayuda con el. Gracias a sus rituales comencé a notar un cambio. Sentí una paz y tranquilidad la cual nunca antes había sentido. Esto me dio las fuerzas para continuar luchando.
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